domingo, 16 de octubre de 2011

España y el desarrollo humano

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En la soleada nación española, las personas creen vivir bien: sol y playa, fútbol, cerveza y mujeres, “la buena vida”, el vino, la gastronomía… Ésta serie de apelativos de los que tan orgullosos estamos nos definen como un estereotipo hacia el resto del mundo hasta el punto que nosotros mismos nos hemos convencido de que no existe país como España para vivir. Sería socialmente correcto plantearse si esta definición es adecuada, como lo es hacer lo propio con cualquier estereotipo cultural. El informe sobre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2010 aporta una serie de datos muy relevantes sobre la tesitura socio-política del país peninsular. ¿En qué punto del desarrollo social se encuentra realmente España? Especial interés tiene también la satisfacción que el pueblo español de otorga a sí mismo…

 

Indicador de Desarrollo Humano, la clasificación general de los países

El Indicador de Desarrollo Humano es, como su nombre indica, un valor que permite cuantificar el estado socio-económico de un país. Para ilustrar mejor este indicador, fíjense en la fórmula que sigue y que define cómo se calcula el valor del IDH para cada país.

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El IDH subyace de la suma de tres otros indicadores que miden respectivamente la esperanza de vida, el índice educativo y el valor de la economía. Estos tres índices internos al IDH se calculan siempre considerando el valor absoluto y relativizándolo con el valor mínimo de los países de Naciones Unidas y el conjunto se mide por tanto, de 0 a 1.

¿Porqué es necesaria una descripción tan detallada del IDH? Simplemente para mostrar la importancia de este indicador al incluir, en un mismo concepto la esperanza de vida del país íntimamente ligada a la calidad de vida, sistemas de sanidad; la educación de la nación y la situación de la economía del país. La pregunta que sigue es, ¿en qué lugar se encuentra España en la clasificación del IDH?

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España ocupa la vigésima posición por detrás de una gran mayoría de países como Noruega, Australia, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón, Francia, Suiza así como un largo etcétera de territorios que presentan valores de IDH superiores lo que deja claro en qué punto se encuentra el estado peninsular respecto al mundo desarrollado. Como aspecto positivo, cabe destacar que la esperanza de vida en España es ciertamente elevada, concretamente su valor en 2008 era de 81,3 años al nacimiento y ello colocaría a España en la parte superior de la tendencia que se puede apreciar en el siguiente gráfico (esperanza de vida al nacimiento en función del IDH)

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Si se tiene en cuenta el indicador desde el punto de vista de su evolución, España ha subido tan solo un puesto desde 2005 hasta 2010. Si además tenemos en cuenta que Francia, durante el mismo periodo ha ascendido 5 puestos, que Corea del Sur ha escalado 8 puestos y que ni siquiera se han podido sobrepasar a Islandia, Suecia, Alemania, Dinamarca y Bélgica que han perdido varios puestos, se puede empezar a concluir que el comportamiento Español a nivel de desarrollo humano no ha sido tan positivo como se podía pensar.

De hecho, el IDH español creció sensiblemente desde nuestra adhesión al mundo moderno (tras la muerte del dictador y la entrada en la Unión Europea). Concretamente, el dicho ascenso del IDH fue del 0,79% durante el periodo 1980 – 2010 pero el crecimiento parcial en la última década (2000 – 2010) ha sido del 0,42%. ¿Podría ser que España esté agotando su capacidad socio-económica?

 

La desigualdad social y la sensación de bienestar

Conviene observar la problemática desde un punto más estrictamente social. Por eso, el hilo del tema nos conduce a preguntarnos acerca de la desigualdad social en España y siempre encuadrándola en el contexto europeo y occidental en el que España de encuentra. Es interesante percatarse que considerando los estados ya mencionados (los 25 con mayor IDH del mundo), España presenta un coeficiente de Gini alarmante. La sociedad española es, una vez más entre los 25 primeros países, la novena más desigual. En peor situación que el de la nación hispana aparecen las sociedades de países como Italia, Reino Unido, Israel, Estados Unidos, Singapur, Hong Kong. Se trata, en el caso de los países asiáticos de estados en crecimiento pertenecientes a los célebres tigres asiáticos, por lo que su sociedad tenderá a equipararse con el tiempo pese a presentar profundas desigualdades en la actualidad. También se trata del caso particular de Israel de la existencia de un problema bélico que complica la situación de igualdad en el interior de sus fronteras. Italia podría asemejarse al caso español por la endeble economía, la falta de respeto social y el golpeo de la crisis económica que presenta el país de la bota. Y nada hay que mencionar sobre la situación social norteamericana bien sabido por todo el mundo como una de las más injustas y desiguales.

Si nos fijamos en el otro lado de la escalera, países como Irlanda, Grecia o Suiza dan ejemplo de cómo sucumbir a una crisis económica pero no por ello dejar de tener una sociedad igualitaria. Pero notablemente Francia, Canadá, Alemania, Finlandia, Dinamarca y Japón (entre otros) demuestran que se puede tener una economía y un IDH elevado y no por ello oponerse a una sociedad equitativa. España es el caso diametralmente opuesto a esta visión.

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Aún así, la población Española puntúa con un 7,6 sobre 10 el nivel general de su vida. Un resultado un tanto extraño si se tiene en cuenta lo visto hasta el momento: el IDH español es más bien bajo y la desigualdad social es preocupantemente elevada y estos no son más que dos factores de entre otros muchos puesto que, por ejemplo, a nivel laboral la situación también deja que desear. En 2008 tan solo el 48,6% entre 15 y 64 años trabajaba, del total de los empleados únicamente el 88,7% se consideraba empleo formal, ese mismo año el 11,1% de la fuerza laboral se consideraba empleada en puestos de riesgo (alta probabilidad de perder el puesto en los siguientes 3 meses) y la situación era especialmente peor para las mujeres y un 13,3% de personas con estudios secundarios o terciarios estaba desempleada (el peor dato de la vieja Europa). Todos estos valores, entre los más elevados del mundo desarrollado no hacen más que remarcar lo ya sabido: la situación social española es pésima…

 

Los derechos humanos en España

Finalmente, es de vital importancia comentar la situación a ojos de la comunidad internacional, encarnada por Naciones Unidas, sobre los derechos humanos en España. La situación geográfica española cercana a países de gran tradición democrática, las nuevas generaciones que tan solo ha conocido la democracia o el enorme salto con respecto a nuestros vecinos africanos nos han dado una percepción equivocada de la situación social en España. Creemos tenerlo todo y en realidad, España está a la cola en lo que a derechos humanos se refiere. No obstante, esta vez y en este sentido la sociedad española parece estar más despierta que en los asuntos anteriores puesto que tan solo el 70% de los habitantes se sienten satisfechos con la libertad de elección de la que dispone en España.

Según el PNUD, en una escala de 1 a 5 (1 equivale al respeto total de los derechos humanos mientras que un 5 expone el caso contrario), España se sitúa con un 3 en lo que a derechos humanos se refiere. En otras palabras, nuestro comportamiento en materia de cumplimiento de los derechos fundamentales del hombre se equipara al de Estados Unidos, Grecia, Rumanía, Libia, Ucrania, Venezuela, Algeria, Vietnam, Marruecos entre otros muchos. Una posición vergonzosa.

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De gráfico anterior se pueden extraer dos conclusiones. La primera y la más sencilla es el valor que obtiene España en ambas variables. Por un lado, España presenta un índice de 11 en lo referente a barreras a la libertad de prensa lo que significa que tan solo Corea, Singapur y Eslovaquia frenan más a la prensa que los sucesivos gobiernos de España. El resto de potencias europeas son más abiertas y propensas a una libertad de prensa real que, como se deduce a continuación, es vital para mantener una población implicada en los asuntos políticos.

La segunda conclusión es la aparente relación (que se acentúa si se tienen en cuenta la totalidad de los países que forman parte de Naciones Unidas) que existe entre las barreras a la libertad de prensa y la implicación política de la población. En efecto, cuanto mayor sea el freno a la libertad de expresión periodística, menor es la implicación de las personas en los asuntos y por ende, mayor es la libertad de la que gozan los gobiernos para dirigir a su antojo. Se pone de relieve por tanto la importancia y la necesidad de una prensa libre para que la población se comprometa con la política y esta podría ser una de las causas de la apatía que sufre la población española en este sentido.

 

En el país del sol quedan muchas cosas por hacer

No deja de ser curioso que en ocasiones se haya pedido o hasta se haya insistido que España pase a formar parte del G7 o del G15. A priori, este conjunto de potencias parece un club demasiado selecto para España por diversos motivos. En las líneas superiores hemos visto algunos de estos motivos que radican entre otras muchas cosas en una sociedad igualitaria, justa y en progreso, puntos que España cumple “raspando el aprobado”.

Otra conclusión a extraer es la insoportable insistencia con la que dirigentes de todos los colores hablaban a la sociedad del supuesto progreso de España en todos los niveles. La reciente crisis ha puesto de manifiesto que ese crecimiento fue a todas luces económico y no social, mal estructurado y en todo caso ajeno a la sociedad española. Sociedad que sigue navegando en la mediocridad forzada por la pobreza mental de los dirigentes y su inexistente visión de futuro. Tantos años de falsa bonanza que han hecho funcionar los motores de España pero no los de las personas…

Quizá sea por desidia, por falta de información o porque se nos ocultan los datos indispensables para ver lo que ocurre a nuestro alrededor pero a España le falta lo que probablemente sea lo más importante para progresar: la implicación de las personas, en efecto no toda la culpa se la llevan los políticos. Países como Francia, Alemania, Suecia o semejantes nos han demostrado algo que parece que hemos pasado por alto: sin lucha no se logran objetivos. No se puede pretender aspirar a las mismas ventajas que las de nuestros vecinos europeos mientras “todo nos dé igual” y sobre todo, mientras no nos interese movilizarnos por una causa… Claro que con los sindicados y los partidos políticos totalmente desconectados de la sociedad y con la calidad laboral por los suelos, la sociedad española no tiene ganas de salir a la calle. Y es comprensible al pensar que quizá no lo hacemos porque no se nos deja…

Fuentes

PNUD (Progama de Naciones Unidas para el Desarrollo) – Datos estadísticos 2010 (http://www.undp.org/spanish/)

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